Arte, racismo y gordofobia

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María Glorielys Pineda González

Una tarde de agosto, mi mamá y yo decidimos ver una película. Disfrutamos de una obra lírica interpretada por una joven soprano llamada Gabriela del Rosario, cuya voz quedó grabada en mi mente. Después de largas horas apreciando aquel evento, fuimos a un restaurante de comida rápida en la Avenida Central para comprar la cena.

En el establecimiento, me detuve a observar a una mujer de piel negra que devoraba los alimentos con notable ansiedad, y dije: “¡Mamá, mira a esa gorda glotona, está a punto de atragantarse con esa hamburguesa, hasta la grasa le corre por la boca! ¡Qué vergüenza de mujer!”. De inmediato, sentí el regaño de mi madre: “¿Dónde está la gracia?”. Me habló con firmeza, reprendiéndome por hablar de esa manera despectiva sobre las personas obesas.

Aprovechó la ocasión para compartir anécdotas que nunca me había contado, sobre mujeres negras y con sobrepeso que salvaron nuestras vidas. Me relató que, cuando iba a darme a luz, el parto se complicó porque el cordón umbilical se me había enredado en el cuello, lo que podía asfixiarme y ponernos en peligro a ambas. Gracias a su experiencia, aquella mujer negra supo manejar la situación para salvarnos, incluso cuando los tres médicos que asistían el parto no sabían cómo proceder.

Después me llevaron a la sala neonatal, donde surgió otro problema: los pezones de mi madre no producían leche, por lo que tuvieron que recurrir a otra madre lactante, quien, por cierto, era obesa. Estos relatos me hicieron reflexionar y darme cuenta de que todos somos iguales y merecemos respeto, sin importar nuestra apariencia física.

¿Qué mujer no ha luchado por querer y aceptar su cuerpo tal como es? Las redes sociales, y la sociedad en general, han impuesto el ideal de que la mujer debe tener una silueta perfecta, dentro de ciertos estándares. Muchas veces, nos acostumbramos a dicho estereotipo y permitimos que condicione nuestras vidas.

Lo anterior me recuerda a Gabriela del Rosario, la soprano que desde muy joven soñó con ser una gran artista, pero durante toda su carrera debió enfrentar una cruel gordofobia. Incursionó en el mundo de la música, así como en el teatro lírico y en la locución. Su talento vocal le permitió destacar en varias producciones y ser reconocida por la mismísima soprano Montserrat Caballé.

Del Rosario ha participado en campañas de concientización sobre el cuidado del medio ambiente, los derechos de los animales, la igualdad de género y la lucha contra el racismo. Su apoyo a estas causas sociales le ha merecido gran popularidad y respeto.

La gordofobia, al igual que el racismo, son formas de discriminación y estigmatización que conducen a actitudes negativas, prejuicios y comportamientos injustos. Debemos continuar luchando contra estos males para lograr una sociedad más inclusiva y tolerante.

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